100 años de la OIV: el papel de la mujer en el mundo de la viña y el vino

08 Mar 2024

Aprovechando la conmemoración del centenario de OIV en el Día Internacional de la Mujer 2024, nos centramos en el papel de la mujer en el sector de la viña y el vino.

 

Este año, el tema de la campaña del Día Internacional de la Mujer es Inspirar la inclusión, lo cual pasa por conmemorar la diversidad y el empoderamiento en todos los ámbitos, incluido el sector vitivinícola.

En esta ocasión, junto a las celebraciones de su centenario, la OIV ha pedido a tres de las mujeres que han hecho una aportación fundamental al sector vitivinícola y a nuestra Organización que compartan su visión y sus historias personales.

Sin lugar a duda, creo que las cosas han mejorado, pero, al mismo tiempo, se mantienen extrañamente... inmutables”.

Arina Antoce, profesora de Enología, Rumanía

 

En primer lugar, sé que todas las mujeres del sector estarán de acuerdo conmigo en que no podemos imaginar el vino, tal y como es ahora, sin la contribución de la OIV. Es un privilegio poder formar parte de la Organización durante su aniversario (o “durante su periodo de aniversario”) y le deseo todo lo mejor durante los muchos, muchos años por venir.

Cuando empecé, hace unos 30 años, conseguir un trabajo relacionado con el vino en mi país era muy difícil. Me presenté como candidata para el puesto de profesora asistente en la universidad, algo que no parece demasiado exigente a nivel físico, ¿verdad? Sin embargo, uno de los entrevistadores me dijo directamente que el trabajo “no era para una mujer” porque, aunque se trataba de un puesto principalmente educativo, también había que producir un lote de vino cada otoño, con fines de investigación, por eso preferían contratar a un hombre... Por supuesto, insistí, conseguí el trabajo y, después, trabajé siempre junto con ese profesor tan vacilante al principio y, de hecho, formamos un gran equipo. Cuando se jubiló, me quedé con su puesto… Seguimos colaborando en el máster que ahora coordino y al que lo invito para dar clase. Nos reímos mucho cuando recordamos ese episodio de hace tanto tiempo.

Sin lugar a duda, creo que las cosas han mejorado, pero, al mismo tiempo, se mantienen extrañamente... inmutables. Por ejemplo, no cuesta nada encontrar historias de éxito. Hay mujeres que son propietarias de viñedos y enólogas, que, con su trabajo duro a lo largo de los años y, tal vez, algo de suerte, se han hecho un nombre en un mundo dominado por los hombres. Los medios de comunicación se acercan a ellas, con frecuencia, para mostrarlas como interesantes ejemplos de lo que las mujeres, tal vez un poco inesperadamente, son capaces de hacer y pueden hacer bien. Sin embargo, son solo la punta del iceberg. Hay miles de mujeres que, desde el anonimato, contribuyen activamente y desempeñan con éxito diferentes roles de apoyo en la industria del vino y la viña. Desearía que, de alguna manera, todas esas mujeres pudieran hacer que sus voces se escucharan más.

Tal vez haya algunos factores realistas que expliquen esta situación. Con tantos otros campos en los que una mujer puede sobresalir, es simplemente una cuestión de elección. La viticultura y la elaboración del vino no son ámbitos fáciles, el trabajo es duro, incluye tareas estacionales muy exigentes y las ubicaciones suelen estar lejos de las grandes ciudades, por lo que la profesión requiere mucha dedicación y muchos sacrificios. Hay que sentir una especial atracción por el ámbito del vino y, cuando esto sucede, suele deberse a lazos familiares o, en ocasiones, simplemente a la casualidad. Y esto es aplicable a ambos sexos. Pero, en lugar de contemplar el desequilibrio numérico entre hombres y mujeres en nuestro campo de actividad, tal vez deberíamos celebrar la capacidad de las mujeres, en general, para ocupar cualquier puesto, llegar a cualquier cargo profesional y hacer un buen trabajo, cuando son ellas quienes deciden qué es lo que quieren hacer. Con la mejora continua de la tecnología y la consecuente reducción del duro trabajo físico, cada vez hay más mujeres que se sienten suficientemente seguras para unirse al sector de la viña y el vino.

En mi caso, una larga serie de circunstancias felices me ha permitido llegar hasta mi etapa actual y disfrutar de la suerte de trabajar en la OIV. Licenciarme en bioquímica, conseguir este trabajo en la universidad, apasionarme por la fermentación y la química del vino, unirme a ADAR (la Asociación de Catadores Autorizados de Rumanía), participar en concursos nacionales y, después, internacionales, son las cosas que me han llevado hasta el lugar en el que estoy ahora. Ha sido un camino lleno de oportunidades inesperadas y, en su mayoría, decisiones correctas. No creo que haber sido hombre lo hubiera facilitado, ni que el hecho de ser mujer lo haya hecho más difícil. Y eso es algo bueno y alentador.

 

Para mí es un honor poder formar parte del equipo de expertos de Rumanía en la OIV. Esto me ha ayudado a mejorar los cursos para los estudiantes y, al mismo tiempo, (espero) marcar la diferencia para el sector vitivinícola internacional. Es una organización que da importancia a la experiencia y capacidad de sus miembros, sin ningún tipo de discriminación.

 

“Fui elegida para asumir el cargo de presidenta del Instituto de Enología de la Universidad de Geisenheim. Eso generó un gran escándalo. ¿"UNA MUJER" al frente de un instituto técnico?”

Prof. Dra. Monika Christmann, presidenta honoraria de la OIV

Universidad de Hochschule Geisenheim, responsable del Instituto de Enología, Alemania

 

En los años ochenta, cuando estaba estudiando mi licenciatura, había muy pocas mujeres en la asignatura de “Tecnología de las bebidas”. Lo mismo ocurría con “Viticultura y enología”. La mayoría de las alumnas venían con un “bagaje vitivinícola” porque sus familias tenían bodegas. Era muy rara la presencia de “forasteras”. En el máster vi la misma tendencia. A las mujeres enólogas a menudo se les ofrecía un trabajo en un laboratorio o en marketing. Lo mismo ocurrió al principio de mi carrera profesional. La tecnología era algo “para hombres”.

Esto es algo que no acepté en el máster ni tampoco después, cuando estaba haciendo mi doctorado. Desarrollé una nueva técnica para la desalcoholización del vino que luego se aplicó a escala comercial con muy buenos resultados. Por supuesto, en ese momento me consideraban una “loca” y ahora es uno de los temas más importantes en la elaboración del vino debido al cambio climático.

Después de algunos años trabajando en una famosa bodega de exportación alemana, me mudé a California y comencé a trabajar allí. La experiencia fue realmente diferente. La presencia de viticultoras sin una bodega familiar no era tan “raro” como en Europa. Esto también pasaba en la bodega donde trabajé. Después de años de acumular experiencia y de muchas sesiones de capacitación para evitar la discriminación fui elegida para asumir el cargo de presidenta del Instituto de Enología de la Universidad de Geisenheim. Eso generó un gran escándalo. ¿“UNA MUJER” al frente de un instituto técnico? Después de toda mi formación en California, pensé “Bienvenida de nuevo al mundo real”. Pero esto cambió muy rápido.

Creo que no aceptar nunca los límites que me establecieron otras personas me ayudó mucho. Tienes que reconocer y aceptar los límites por ti misma.

Al estar muy interesada en la historia, admiro a las mujeres que ya en la Edad Media iban más allá de lo que se esperaba y toleraba de ellas. Hildegarda de Bingen o Leonora de Aquitania son algunos ejemplos muy buenos.

En estos días, el sector vitivinícola ha cambiado drásticamente. Cuando miro a mis estudiantes, puedo ver que el número de mujeres ha aumentado mucho. Las clases y temas técnicos ya no solo interesan a los varones. Este cambio es muy positivo.

Además, en la OIV se acepta y respeta a las mujeres presidentas que ocupan diferentes cargos. Pueden ser un “modelo a seguir” para la siguiente generación de mujeres en el sector vitivinícola.

Si bien el sector vitivinícola solía ser más conservador en Europa que en el nuevo mundo, creo que esto ha cambiado por completo. La viticultura está más globalizada y vemos mucho intercambio entre las diferentes zonas vitivinícolas del mundo también debido al hecho de que los enólogos trabajan a nivel internacional.

 

“La supervivencia del más apto”

Azélina Jaboulet-Vercherre, Francia

Historiadora del vino

Presidenta del Jurado de los Premios de la OIV

 

Al reflexionar sobre la idea de paridad de género en mi infancia, me doy cuenta de que no existía. Esto es lo que me viene a la mente: la supervivencia del más apto. Ni las niñas, ni tan siquiera las mujeres, tenían derecho a decir lo que pensaban, lo cual no impedía que lo hiciéramos, pero esto tenía un coste social. Y, sin embargo, la recompensa de decir lo que pensabas merecía la pena. Los hombres de mi familia no estaban dispuestos a dejar ningún aspecto de la producción o el negocio del vino a las mujeres. Sospecho que esa es la razón por la que me pasé a los aspectos más cerebrales del vino, la vinificación y el consumo de vino, y me hice historiadora, aunque me gustaría pensar que la pasión y la pura curiosidad intelectual fueron lo que me impulsaron a tomar esta decisión. Y ahora, ver a mujeres prosperando como propietarias de negocios o socias en el mundo del vino sin duda es prueba de los cambios producidos en la actitud de los hombres. Al menos en algunos ámbitos, ahora se celebran las diferencias de las mujeres y se ve a los hombres y las mujeres como complementarios, no como superiores ni inferiores entre sí.

 

Pero el cambio lleva tiempo. El mundo agrícola es, por definición, rural. Y, como tal, es necesario, aunque también frustrante, operar en el marco del largo plazo, un concepto muy apreciado por algunas de mis influencias intelectuales, como Fernand Braudel y Jacques Le Goff.

 

De hecho, siempre ha habido mujeres fuertes y sostener que el movimiento de la emancipación es reciente desmerece los esfuerzos de estas mujeres. Hildegarda de Bingen (1098-1179) fue abadesa, mujer de letras, doctora, profetisa y música. Hay muchas facetas en su originalidad, incluida su demostración de que ser mujer no fue un obstáculo para ganarse el reconocimiento e, incluso, la estima, de los grandes y buenos entre sus contemporáneos (Bernardo de Claraval y el Papa Eugenio III). Después, fue prácticamente ignorada hasta el siglo XX (lo cual refleja el avance del movimiento de liberación de la mujer) y, en los últimos años, la cantidad de veces que se la menciona como ejemplo de mujer fuerte, sugiere la rareza de su especie. No fue hasta el 7 de octubre de 2012 que el Vaticano le otorgó el título de Doctora de la Iglesia. Este reconocimiento tardío de la destreza espiritual, teológica, musical y política de Hildegarda habla por sí mismo. Aunque estaba casada únicamente con la Iglesia, ilustraba el dicho de que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer. Pero más que una mujer, era una mente poderosa desde cualquier punto de vista y la aceptación de este hecho trasciende el debate actual.